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Reportaje:

Atrapados en la estación

La huelga de Metro, que redujo los trenes a la mitad en hora punta, provoca retrasos, empujones y colas en las principales paradas de la red

Lo dice apretada y paladeando. "¡Dejen sa-lir an-tes de en-trar!". La mujer sale colorada del vagón. A trompicones, empujando y enfadada. Y corre hacia el vagón de enfrente. En el andén de la estación de Príncipe Pío, donde confluyen las líneas 6 y 10 de Metro, coinciden hasta cuatro filas de personas esperando un vagón. Carreras, suspiros, apretones. "Casi siempre está mal, pero lo de hoy es peor", dice una viajera. Hay huelga. En hora punta de mañana y de tarde. En toda la red. Los trabajadores del Metro empezaron ayer una protesta que convirtió una de las estaciones de más tránsito en una aglomeración.

"Me parece bien que haya huelga, pero ¿por qué tengo que pagarla yo?", se pregunta enfadada María José López, delineante de 43 años, tras ser empujada para atrás al intentar por segunda vez colarse en el vagón. "Ya tendría que estar en mi trabajo". Loli, técnica en prácticas de 31 años, lleva media hora de retraso. "La circular paraba más de la cuenta en todas las estaciones y en la 10 es imposible entrar, ya he dejado pasar tres", dice quitándose los auriculares. Son las 8.00 y ya tendría que estar a siete paradas de aquí. "Sí, ya sé que hay huelga, pero no sé ni por qué", dice justo cuando llega otro tren, repleto, en el que también renuncia a entrar.

"No es el momento de pedir nada, estamos en crisis", se queja una viajera
A las 8.15, uno de los andenes de la línea 1 en Sol parecía el suburbano de Tokio
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Los empleados de Metro, que ayer iniciaron su primera huelga en tres años justo en los tramos horarios en los que más viajeros usan el metro, reclaman jubilaciones parciales a los 60 años, la conversión de 290 contratos parciales en jornada completa, 500 nuevos empleos y 180 euros mensuales de subida lineal para todos, entre otras medidas. Metro responde que sus reclamaciones supondrían un incremento del 34% del presupuesto anual. Su primer día de protesta fue un éxito de convocatoria, pero no para todos.

Pilar Campaño, de 59 años, pelo corto y pendientes largos, lo tenía muy claro tras dejar pasar dos trenes repletos también en el andén de Príncipe Pío. "Todo el mundo tiene derecho a pedir, pero no es el momento, estamos en crisis".

Más de dos millones de personas cogen cada día el metro de Madrid. Príncipe Pío fue la estación con más aglomeraciones de las 14 que recorrió EL PAÍS por la mañana en cuatro líneas del suburbano (1, 2, 6 y 10). Las colas y las caras largas se repitieron por la tarde en algunas paradas de las líneas 1, 2, 5, 6 y 7, aunque había tramos despejados.

Aurelio, un señor de barba blanca que arrastraba una maleta, refunfuñaba porque tenía que estar con su mujer en el aeropuerto en media hora. "No llego, no llego", bufaba en mitad de los dos andenes. José, un fontanero de 52 años, fue el único que parecía guardar totalmente la calma. Respondió con monosílabos. "Sí" conocía la huelga. "No" llega tarde. "La huelga es un derecho, me parece bien", resumía justo cuando arrancaba otro tren de la línea circular, una vez más repleto. A diferencia de 2006, cuando sólo un sindicato convocó la huelga, la protesta de ayer estaba respaldada por todos (UGT, CC OO, Solidaridad Obrera, Sindicato de Conductores y Sindicato Libre).

Sólo funcionaron la mitad de los trenes en las horas de huelga de mañana y tarde (de 7.00 a 9.00 y de 18.00 a 20.00), según admitieron tanto los sindicatos como la empresa. No coincidieron en las cifras de seguimiento. Los sindicatos señalaron que el 90% de la plantilla secundó los paros (calculando sin contar los servicios mínimos). La empresa dijo que fueron un 31,7% por la mañana y un 28,3 por la tarde sobre el total de la plantilla. Si a esa estimación se le quitan los servicios mínimos (50%) la cifra oficial se acerca a la de los trabajadores, es decir, casi el 70% de los que podían secundar los paros lo hicieron.

El andén 2 de Sol de la línea 1 (Pinar de Chamartín-Valdecarros) también parecía el metro de Tokio al estilo lata de sardinas. El tren llegó repleto a las 8.15. Imposible no tocarse, empujarse o apoyarse en el de al lado. Una mujer rubia aprovechó para echar una cabezadita con la cara pegada a la puerta justo antes de llegar a Antón Martín. Apretados, sí. Pero sin un ruido. Nadie hablaba en el vagón repleto.

¿Qué pasó con los que se retrasaron por la huelga? En una de las taquillas de la estación de Atocha Renfe (línea 1), tras subir una escalera repleta, la taquillera repartió "una decena" de justificantes para los que llegaron tarde a trabajar. En otra de la misma estación, se los negaban. Un portavoz de la empresa aseguró que no se podían expedir justificantes porque la huelga se había publicitado lo suficiente. "Los viajeros nos apoyan", decía convencido un miembro del comité de huelga por la tarde en la estación de Sol, donde se concentraron unos 60 trabajadores a las 19.00. Las caras de los viajeros que esperaban en el andén no parecían decir lo mismo. "Está bien que protesten, pero que no fastidien al resto", se quejaba Carmen en Pueblo Nuevo. "Sobre todo por la tarde, cuando vuelves a casa... jode mucho".

Algunos viajeros despistados se enteraban de la huelga en medio del mogollón. "Pues sí que va lleno hoy el metro", comentaba por la tarde un señor en un tren de la línea 1, camino de Sol. Se había montado en Cuatro Caminos después de esperar seis minutos y apenas podía moverse en el vagón. "Es que hay huelga", le explicaba una madre que intentaba que su pequeña no fuera aplastada por la marabunta.

También por la tarde la línea 7 (Hospital del Henares-Pitis) sufrió retrasos. Hasta 10 minutos marcaba el cartel en Avenida de América. En la misma estación, los trenes de la línea 6 llegaban repletos y tardaban seis minutos. Y cuando llegaban, la pelea más repetida del día: empujones para salir, empujones para entrar, y los trenes tardando más en salir de cada estación. "A medida que van más llenos tienen que esperar más para que la gente entre y salga", explicaba un trabajador. "Pero tiene la ventaja de que, al haber menos trenes, pueden ir más rápido". No opinaba lo mismo Pedro Fariña, que esperaba en Ventas, línea 5. "Esta mañana he cogido el bus para evitar problemas, pero por la tarde no me libro...".

Decenas de viajeros esperaban ayer, primera jornada de paros de los trabajadores de Metro, en el andén de la línea 1 de la estación de Atocha Renfe.
Decenas de viajeros esperaban ayer, primera jornada de paros de los trabajadores de Metro, en el andén de la línea 1 de la estación de Atocha Renfe.GORKA LEJARCEGI
Viajeros esperando un tren de la línea 1 en la estación de Sol ayer por la mañana.
Viajeros esperando un tren de la línea 1 en la estación de Sol ayer por la mañana.GORKA LEJARCEGI

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